Cinta de Moebio: Revista de Epistemología de Ciencias Sociales

Escolar, C. 2002. La teoría menor, el tiempo histórico y la práctica simbólica compartida. Cinta moebio 15: 280-285

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La teoría menor, el tiempo histórico y la práctica simbólica compartida

The minor theory, historical time and shared symbolic practice

Cora Escolar. Docente Regular de Metodología de la Investigación y Epistemología de la Geografía, Departamento de Geografía e Investigadora del Instituto de Geografía, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Argentina.

Abstract

The purpose of this essay is to propose, in a predominantly hypothetical character  and for the purpose of discussion, a set of ideas about the relationship between the call "minor theory" and the "totalitarian theories" o "totalitarians". I start for its development from a critical reading of Cindi Katz and Michel Foucault's positions about to the importance of the call "minor theory" in relation to the methodological construction and reconstruction to the concern of different problematic fields.

Key words: minor theory, major theory, methodological construction.

Resumen

El propósito del presente artículo es plantear, con un carácter predominantemente hipotético y a los efectos de la discusión, un conjunto de cuestiones relativas a la relación entre la llamada "teoría menor" y las llamadas "teorías totalitarias" o "totalizadoras". Partimos para su desarrollo de la lectura crítica de las posiciones de Cindi Katz y Michel Foucault respecto de la importancia de la llamada "teoría menor" en relación con la construcción y reconstrucción metodológica para el abordaje de distintos campos problemáticos.

Palabras claves: teoría menor, teoría mayor, construcción metodológica.

Recibido el 16 Mar 2002.

Introducción (1)

El propósito del presente artículo es plantear, con un carácter predominantemente hipotético y a los efectos de la discusión, un conjunto de cuestiones relativas a la relación entre la llamada "teoría menor" y las llamadas "teorías totalitarias" o "totalizadoras".

Partimos para su desarrollo de la lectura crítica de las posiciones de Cindi Katz y Michel Foucault respecto de la importancia de la llamada "teoría menor" en relación con la construcción y reconstrucción metodológica para el abordaje de distintos campos problemáticos.

Hemos seleccionado ambos trabajos porque a nuestro criterio plantean de manera original y nueva una serie de reflexiones más que pertinentes para la problemática que aquí pretendemos desarrollar. Pero, que al mismo tiempo, contienen, lo que desde nuestra perspectiva constituyen interesantes puntos de discusión que nos ayudan a armar el discurso sobre la importancia metodológica de la "teoría menor".

En lo que sigue, haremos primero una breve exposición de los conceptos con que Katz y Foucault abordan esta problemática. Luego intentaremos una crítica de esos mismos conceptos con el fin de recuperar lo que en ellos nos parece relevante. Por último, trataremos de exponer nuestros propios puntos de vista respecto de la "teoría menor" y su relación con la "teoría mayor" en la construcción de una mirada epistémico-metodológica del proceso de investigación.

Cindi Katz y su Relación con las "Teorías Totalizadoras"

En términos generales, el artículo de Cindi Katz sostiene una posición crítica de lo que denomina "teorías totalizadoras" (Katz 1996), que parecen conformar el "núcleo fuerte" del paradigma dominante en el medio académico occidental en los últimos años.

Este paradigma descansaría en una gnoseología positivista fundada a su vez en una concepción lineal del tiempo y que define a la ciencia como un saber de validez transhistórica (por tanto, como verdad ahistórica de alcance universal), no dimensionada contextualmente ni condicionada por factores materiales de ninguna índole (se trate del acceso a recursos o de intereses subjetivos). Consecuentemente, la producción de ciencia es considerada como actividad autoregulada, cuya legalidad propia y autónoma garantiza el deslinde infalible entre éxitos y fracasos -es decir, la distinción inequívoca entre teorías que no resisten la contrastación y son descartadas y aquellas que superan adecuadamente el cotejo con "la realidad" y entran a formar parte del patrimonio universal de verdades científicas (o conjeturas plausibles).

El carácter ahistórico y necesariamente acumulativo del conocimiento científico involucrado en esta visión deriva lógicamente de la asunción (usualmente no explícita) de un sujeto de conocimiento.

La definición de la verdad científica como una y válida para todo sujeto racional posible conduce inevitablemente a una política de exclusión en razón de su presunta no cientificidad que se extiende a toda teoría o práctica de investigación cuya adscripción a las reglas de producción de conocimiento derivadas de y validadas por el paradigma dominante es por lo menos dudosa. Esta marginalidad de la legitimidad académica de sectores y grupos que hacen ciencia conforme otras lógicas ha sido históricamente reforzada por el peso aunado de dos factores:

En primer lugar, la vigencia del criterio de demarcación (Popper 1978) del positivismo lógico de tipo popperiano -que parece resistir en saludable agonía- al intento, exitoso en un sentido amplio, de desmonte de las visiones neopositivistas más estrechas que han sido el sustento teórico de la práctica científica de las últimas décadas.

En segundo lugar, el refuerzo que este mismo enfoque positivista ha recibido por parte de una de sus "consecuencias observacionales" (Weber 1973) más conspicuas -el llamado "giro tecnológico"-, que a la trascendencia e ahistoricidad atribuida a la ciencia ha sumado la autonomía de la legalidad tecnológica que se realimenta permanentemente automotivada por la lógica de la innovación.

El efecto conjunto de estos factores se traduce en el carácter de tierra de nadie que sigue teniendo aún hoy gran parte de la producción de conocimiento -a pesar de y justamente por la asimilación de la crítica- dentro del todavía encorsetado universo académico que desde su normativa que define qué es ciencia y qué no, distribuye habilitaciones y proscripciones del terreno del discurso y la práctica científica.

Los platos rotos de esta exclusión parecen pagarlos sistemáticamente aquellos que trabajan bajo nuevas modalidades en los "espacios intermedios" -es decir, en los intersticios que constituyen las líneas de fractura del paradigma-, o, en palabras de la autora, los puntos de subdesarrollo por los cuales el lenguaje puede escapar (Katz 1996).

Michel Foucault y las "Teorías Totalitarias"

También Foucault rechaza las pretensiones de lo que llama "teorías totalitarias", a las que reconoce algunos méritos -en particular cuando se trata del psicoanálisis o del marxismo- y les adjudica un "efecto inhibitorio" (Foucault 1976). A diferencia de estas teorías globales, y contra ellas, propondrá Foucault el desarrollo de teorías localizadas, regionales, particulares (2).

La teoría, para Foucault, no constituye sino "...una caja de herramientas...", "...se trata de construir no un sistema sino un instrumento..." y "...esta búsqueda no puede hacerse más que gradualmente, a partir de una reflexión (....) sobre situaciones dadas" (Foucault1979) (3).

La "Teoría Menor" como Problemática en ambos autores

De ahí, que en el discurso de Katz, más allá de cierta flojedad en el uso metafórico del lenguaje -lo que complica el lado también descriptivo de todo relato que en principio e intención asume centralmente la forma de planteo-, estos intersticios representan la sospecha de grietas en el paradigma y evidencian que nada permanece tal como lo definimos por mucho tiempo. La obstinación de lo real por contrariar nuestros intentos de simplificar su complejidad actúa en dirección favorable a lo que (siguiendo muy flexiblemente a Katz) puede entenderse como una reelaboración de la anomalía que procede por descomposición de lo mayor.

Para Foucault, lejos de pensar en una descomposición de lo mayor, la reflexión sobre situaciones dadas produciría investigaciones genealógicas múltiples (Foucault 1979) (4).

Espacio Intermedio, Intersticio, Líneas de Escape: "el tornarse menor"

Se trata, entonces, para el tema que plantea Katz, además de una elaboración más precisa de estos términos -espacio intermedio e intersticio- del esclarecimiento del panorama, acercando una descripción del "estado de las cosas" en el cual la tensión entre permanencia y cambio -cuyo nexo fluido sería el "tornarse" o devenir del que habla la autora- podría ser, además de "móvil y exquisita", informativamente más rico. En efecto, no se trata de una petición de principio de tipo semántico: elaborar como conceptos las expresiones que la autora emplea permitiría pasar del lenguaje evocador de las imágenes al código de construcción y desciframiento de lo real -es decir, del sugerir al referir.

La utilidad de tal operación no se agota en su rinde gnoseológico en tanto la autora señala que aún cuando las perspectivas no dominantes son conocidas y aún citadas, sus reclamos no alteran en realidad "el proyecto", a la vez que enfatiza la importancia de la acción informada, una construcción descriptivamente apropiada del escenario es la condición de posibilidad de orientar en la dirección de lo viable la potencialidad transformadora que conlleva todo "tornarse menor" (Katz 1996).

En efecto, es necesario poder identificar cuáles son y dónde están los intersticios y los espacios intermedios para elaborar los puntos de ruptura en términos de reales y operativas líneas de escape, y es lógicamente imposible identificar -y señalar como blanco de una política de transformación- aquello cuyo concepto es difuso. No se trata de una cuestión de nombrar, por cuanto esto remite a la asignación convencional de correspondencias entre las palabras y las cosas, mientras que elaborar un concepto es construir desde lo lógico-lingüístico la identidad de un objeto.

La diferencia entre ambos actos es significativa: mientras el nombrar descansa sin mayores dificultades en la confortable suposición de la existencia de objetos ya dados al sujeto (equiparando cosa existente y objeto), el conceptualizar involucra la perspectiva constructivista del conocimiento que hace del sujeto el forjador activo de los objetos. Y esto no equivale, valga la aclaración, a poblar el mundo desde el lenguaje, por cuanto a menos que deseemos incurrir en esencialismos de difícil justificación lógica, la entidad de los objetos es debida a nuestra actividad de conceptualización y clasificación de las cosas existentes.

En consecuencia, entre una sutil operación lógica como lo es la elaboración conceptual de lo real, y algo tan escasamente abstracto como su transformación, la distancia está marcada por la construcción de una estrategia de cambio realista e implementable. Esto es, ni más ni menos, transformar ese punto que es el intersticio en un vector -una línea direccionada-, en este caso, para garantizar la habilitación de otros discursos y prácticas igualmente científicos, que también construyen "el mundo que habitamos colectivamente".

En el debate por legitimar las voces de estos otros constructores de mundos -los activistas de la teoría menor- Katz defiende un propósito políticamente crítico por cuanto que es sustantivamente democrático: asegurar también para estas otras lógicas el carácter de "hogar" del medio académico. Señala que los reclamos de la teoría menor, siendo conocidos "y aún citados", no producen de hecho ninguna modificación en el paradigma dominante. La razón de este eclipse pareciera, en principio, debida a una heterogeneidad en el estilo de producir conocimiento científico: Katz habla de una "diferencia de desempeño", atribuyendo a las teorías opositoras una lógica de producción científica desde un registro menor.

No obstante, la heterogeneidad de los lenguajes se resuelve, en realidad, en un conflicto de intereses a través del cual las teorías opositoras ponen en evidencia el carácter encarnado del conocimiento en general y las condiciones materiales alternativas que promueven o limitan la producción de ciencia. Por esta vía crítica procede a mostrar el fundamento históricamente posicionado de los "registros diferentes": la heterogeneidad de lenguajes descansa, en última instancia, en un fundamento material, que hace de la incomensurabilidad de las teorías como enfoque de la historia de la ciencia una postura ideológico-política resistida en el debate académico ortodoxo.

En este sentido, el posible aporte de una línea de pensamiento como la que desarrolla la autora radica en llamar la atención sobre la necesidad de franquear el acceso al rango de la excelencia no sólo a otras teorías, otras lógicas, otros modos de producir conocimiento, sino -lo que es más importante- de acoger dentro del "hogar académico" a los grupos humanos que llevan adelante esas otras prácticas.

Desde ya que tal propósito se inscribe de lleno en la praxis -la "acción informada", en palabras de Katz-, y que por lo tanto exige mucho más que esclarecimientos teóricos o deslindes conceptuales. Sin embargo, el primer paso en esta dirección bien puede ser trabajar el ensanche de la noción históricamente elitista de "excelencia", "forzando los límites del lenguaje" de manera de producir, a la larga, una democratización del enfoque desde el cual la propia intelectualidad académica piensa su lógica de conocimiento en la generación de conocimiento.

Este primer objetivo es seguramente modesto, pero su modestia no es insignificancia, y no por ello, por otra parte, es sencillo de alcanzar: si así fuera, los años de "teoría marxista, feminista, poscolonial, antirracista y otras singularidades" (Katz 1996) habrían logrado posiciones de relevancia en la vida académica norteamericana. Lejos de ello, Katz revela muy a su pesar que estas otras miradas apenas si han podido arañar sin hacer mella el monolítico sentido común académico -para usar una expresión de Gramsci que resulta aquí especialmente pertinente.

El Intelectual "Específico" y su Lucha en torno a la Verdad

Como lo expresa Foucault, el intelectual "específico" ha terminado por sustituir al intelectual "universal", "... de este modo, el intelectual específico, actuando dentro de su ámbito particular y de acuerdo a su especialidad -y ello independientemente de cualquier proyecto estratégico global- cumpliría, entonces sí, un papel en el trastocamiento del sistema de poder" (Foucault 1979). Y continúa "...Un nuevo modo de `ligazón entre la teoría y la práctica´ se ha constituido. Los intelectuales se han habituado a trabajar no en el `universal´, en el `ejemplar´, en el `justo-y-verdadero- para todos´, sino en sectores específicos, en puntos precisos en los que los situaban sus condiciones de trabajo o sus condiciones de vida (la vivienda, el hospital, el manicomio, el laboratorio, la universidad, las relaciones familiares o sexuales".

Y esta lucha del "intelectual específico" hace referencia ante todo y principalmente al la lucha en torno a la verdad. Pero entendiendo por verdad no "...el conjunto de cosas verdaderas que hay que descubrir o hacer aceptar sino el conjunto de reglas según las cuales se discrimina lo verdadero de lo falso y se ligan a lo verdadero, efectos políticos de poder" (Foucault 1979). De ahí, que las luchas en torno a la verdad implican para el intelectual un problema político fundamental. Y esta situación se expresa mejor en la concepción que Foucault ha expuesto del sistema educativo: "... ¿Qué es después de todo un sistema de enseñanza sino una ritualización del habla; sino una cualificación y una fijación de las funciones de los sujetos que hablan; sino la constitución de un grupo doctrinal cuando menos difuso; sino una distribución y una adecuación del discurso con sus poderes y saberes?" (Foucault 1980). La lucha estaría dirigida hacia la constitución de un nuevo régimen político de verdad.

Teoría Totalizadora versus Teoría Menor

Avanzar en la dirección de la integración no es, por otra parte, tan sólo un legítimo reclamo de progress nostálgicos. En efecto, asegurar la heterogeneidad de voces y la posibilidad de potenciar la fertilización cruzada entre perspectivas, teorías y prácticas es una bandera que debe levantarse no únicamente desde el deber ser de la pluralidad democrática esencial al oficio de científico, sino que responde también a una necesidad práctica: este mundo nuestro -al que agredimos y habitamos colectivamente- no puede darse el lujo de descartar ninguna incubadora de posibles soluciones para algunas de todas las heridas con que continuamente lo lastimamos. Y, en esa dirección, no puede desdeñarse el aporte de estas otras maneras "alternativas" -conforme la denominación estandar- a la hora de idear nuevas soluciones a nuevos problemas, nuevas maneras de enfocar problemas viejos y rápidas vías de adaptación para las cambiantes condiciones de nuestro escenario cotidiano.

Indicar una "línea de escape" en esta dirección es, me parece, el logro que el artículo de Katz alcanza, a la vez que evidencia -desde su propia factura, los giros de su expresión y la forma en que en él cohabitan un poco promiscua y ligeramente temas y preocupaciones diversas- un estado de la cultura académica occidental actual y una agenda de urgencias pendientes de resolución (y aún de planteo adecuado).

Creo, siguiendo a Katz y Foucault, que en un medio intelectual y político cansado de burdas interpretaciones, de la burocratización de los partidos, del "vanguardismo" pretencioso que se erige en representante de las masas, que muchas de las proposiciones de ambos autores aparecen como una bocanada de aire fresco en un ambiente enrarecido. Y, esto, para los intelectuales contiene otra virtud: la importancia de las microluchas cotidianas sin tener que preguntarse por el significado de esas microluchas en relación con la sociedad global. Es cierto que no pensar en perspectiva puede resultar estéril, por ello, propongo pensar en simultaneidad y articulación. Creo que ha llegado el momento de exponer nuestros propios puntos de vista y con ello lograremos que las "teorías totalizadoras" acojan a las "teorías menores", bien como realidades prácticas, bien como utopías, que la utopía tiene su lugar en la historia.

Notas

1) Las ideas que conforman el contenido de este artículo son parte de una reflexión epistémico-metodológica que se encuentra en proceso de desarrollo en el marco del proyecto UBACyT BF 092 "Espacios institucionales, subjetividades y geografías de la vida cotidiana. Estudios de caso mediante estrategias cualitativas."

2) "El papel de la teoría hoy me parece ser justamente éste: no formular la sistematicidad global que hace encajar todo; sino analizar la especificidad de los mecanismos de poder, percibir las relaciones, las extensiones, edificar avanzando gradualmente un saber estratégico" (Foucault, 1979).

3) "No digo que estas teorías globales no hayan procurado ni procuren todavía, de manera bastante constante, instrumentos utilizables localmente: el marxismo y el psicoanálisis están ahí para confirmarlo". Sin embargo, agrega de inmediato: "pienso que no habrían procurado tales instrumentos más que a condición de que la unidad teórica del discurso quedase como en suspenso, cercenada, hecha pedazos, trastocada, ridiculizada, teatralizada (....)" (Foucault, 1979)

4) "Y esta genealogía, en tanto que acoplamiento erudito y del saber de la gente, no sólo ha sido posible sino que además pudo intentarse con una condición: que fuese eliminada la tiranía de los discursos globalizantes con su jerarquía y con todos los privilegios de la vanguardia teórica". (Foucault, 1979)

Bibliografía

Foucault, M (1979) "Poderes y estrategias" en Microfísica del poder. Las Ediciones de la Piqueta, Madrid.

Foucault, M (1979) "Los intelectuales y el poder" en Microfísica del poder. Las Ediciones de la Piqueta, Madrid.

Foucault, M (1979) "Nietzche, la Genealogía, la Historia" en Microfísica del poder. Las Ediciones de la Piqueta, Madrid.

Foucault, M (1979) "Curso del 7 de enero de 1976" en Microfísica del poder. Las Ediciones de la Piqueta, Madrid.

Foucault, M (1980) El orden del discurso. Ed. Tusquets, Barcelona.

Katz, C. (1996) Towards minor theory. Environment and Planning D: Society and Space, volumen 14, pages 487-499.

Popper, K (1978) "La lógica de las ciencias sociales" en Popper et al La lógica de las ciencias sociales, Editorial Grijalbo, S.A., México D.F.

Weber, M (1973) Ensayos sobre metodología sociológica. Amorrortu Editores, Buenos Aires.

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Revista de Epistemología de Ciencias Sociales
ISSN 0717-554X