Cinta de Moebio: Revista de Epistemología de Ciencias Sociales

González, F. (2016) Los mecanismos sociales y su relación con la distinción micro-macro. Cinta moebio 55: 16-28. doi: 10.4067/S0717-554X2016000100002

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Los mecanismos sociales y su relación con la distinción micro-macro

Social mechanisms and their relationship with the micro-macro distinction

Felipe González (felipe.gonzalez@ucentral.cl) Facultad de Ciencias Políticas y Administración Pública, Universidad Central de Chile (Santiago, Chile)

Abstract

The notion of social mechanisms has experienced an increasing use in the social sciences as an alternative explanatory framework to the logic of co-variation present in multivariate analyses, emphasizing the causal explanation of social phenomena over their mere description. This paper seeks two goals. In the one hand, summarise recent literature on social mechanisms in order to clarify their meanings, different modes of use and their contribution to empirical research. In the other hand, we will shed some light onto the relation between social mechanisms and the micro-macro problem in social sciences. We argue that the search for social mechanisms and reductionism in social sciences correspond to two interrelated but analytically distinguishable questions: while the first one seeks to define intermediary processes and causal connections between causes and effects, the second question asks for the different levels of reality in which the relation between initial conditions and effects shall be understood. Following Daniel Little´s methodological localism, we will suggest that social mechanisms can well take place at the supra-individual level, and that the reduction of social phenomena to their micro-foundations is not a methodological prescription, but rather depends on the state of art of specific fields of inquiry.

Key words: social mechanisms, explanation, social sciences, reductionism, explanatory autonomy.

Resumen

La noción de mecanismos sociales ha experimentado un uso creciente en ciencias sociales. Estos se han consolidado como un marco explicativo alternativo a la lógica de co-variación propia del análisis multivariado, enfatizando además la explicación causal de los fenómenos sociales por sobre su mera descripción. Este artículo tiene dos objetivos. Primero, sistematizar la reciente literatura sobre mecanismos sociales, con el fin de clarificar sus significados, modos de uso y aporte a la investigación empírica. Y segundo, entregaremos luces a la relación entre mecanismos sociales y el problema de la relación macro-micro en ciencias sociales. Sostendremos la idea de que la búsqueda de mecanismos sociales y el reduccionismo en ciencias sociales corresponden a dos preguntas relacionadas pero analíticamente distinguibles: mientras la primera busca definir procesos intermedios y conexiones causales entre condiciones iniciales y efectos, la segunda se pregunta por los distintos niveles de la realidad en los cuales la relación entre condiciones iniciales y efectos deben ser entendidos. Siguiendo el localismo metodológico de Daniel Little, sugeriremos que los mecanismos sociales pueden bien operar a niveles supra-individuales, y que la reducción de fenómenos sociales a interacciones individuales no es una prescripción metodológica, sino que se desprende del estado del arte de campos de investigación específicos.

Palabras clave: mecanismos sociales, explicación, ciencias sociales, reduccionismo, autonomía explicativa

Introducción

En los últimos 15 años, las ciencias sociales han experimentado un uso creciente de la noción de mecanismos sociales. Atendiendo a temas tan diversos como el “cambio institucional” o la difusión de innovaciones en organizaciones, los mecanismos sociales se han consolidado como un marco explicativo alternativo a la lógica de co-variación propia del análisis multivariado, enfatizando además la explicación causal de los fenómenos sociales por sobre su mera descripción.

Sin embargo, la creciente popularidad del concepto se ha convertido también en una fuente de malentendidos. De manera más específica, la confusión que suele rodear la definición y uso de la noción de mecanismos sociales se relaciona con que las discusiones sobre la necesidad de proveer explicaciones causales en ciencias sociales se tiende a confundir con la necesidad de reducir “macro” fenómenos a interacciones individuales (micro), tal como lo plantea el individualismo metodológico. Dicho en otras palabras, una gran confusión surge del hecho de que la búsqueda de “fundamentos micro” o intentos de “reducción” y la de “explicaciones causales” han tendido a mezclarse.

En este contexto, el presente artículo tiene dos objetivos. Primero, sistematizar y organizar parte de la extendida literatura sobre mecanismos sociales con el fin de facilitar la comprensión y uso del concepto. Con esto se pretende además socializar una literatura de importante impacto en circuitos académicos de habla inglesa, el cual no ha tenido eco en el público hispanohablante. Y segundo, clarificar una discusión transversal en la literatura sobre mecanismos sociales que versa sobre su relación con el problema de la relación macro-micro en ciencias sociales. En el intento de clarificar el significado y alcance del concepto, sostendremos la idea de que la búsqueda de mecanismos sociales y el reduccionismo corresponden a dos preguntas relacionadas pero analíticamente distinguibles: mientras la primera busca definir procesos intermedios y conexiones causales entre condiciones iniciales y efectos, la segunda se pregunta por los distintos niveles de la realidad en los cuales la relación entre condiciones iniciales y efectos deben ser entendidos.

Para sostener dicho argumento, nos enfocaremos en los debates que han subrayado la relación entre investigación empírica en sociología y la filosofía de la ciencia. Siguiendo localismo metodológico del filósofo Daniel Little, argumentaremos que el llamado a favor del reduccionismo o la búsqueda de “fundamentos micro” de los fenómenos sociales no es un requisito metodológico, sino más bien uno de carácter “explicativo”, el cual debe evaluarse a la luz del estado del arte en campos de investigación específicos. Visto así, las explicaciones basadas en mecanismos sociales reduccionistas –esto es, a nivel de la acción– son solo una forma más de proveer explicaciones causales. De ello se sigue que a pesar de que las explicaciones basadas en fundamentos micro en sociología descansan en la noción de mecanismos sociales, no todas las explicaciones que utilizan la noción de mecanismos sociales requieren proveer fundamentos micro sociales.

El artículo se organiza en cuatro partes. La primera contextualiza el uso de la noción de mecanismos sociales en el panorama general de la epistemología de la ciencia, y la búsqueda de explicaciones causales en ciencias sociales. Resumiendo parte importante de la literatura, la segunda sección examina las distintas definiciones de mecanismos sociales que actualmente circulan, y provee ejemplos del uso del concepto en investigaciones empíricas. Una vez asentadas los principales elementos analíticos de los mecanismos sociales, el resto del trabajo aborda el segundo objetivo del artículo: las entidades a las cuales se le atribuyen poderes causales en las explicaciones basadas en mecanismos. Mientras la tercera sección plantea la confusión que surge en la literatura respecto de la relación entre explicaciones causales basadas en mecanismos sociales y el reduccionismo, la cuarta busca clarificar la naturaleza de esta controversia, y proveer criterios empíricos que permitan hacer un uso práctico de los mecanismos sociales.

I. Reviviendo la “explicación” en ciencias sociales, un llamado a los mecanismos sociales

La literatura sobre mecanismos sociales surge de una reflexión en la filosofía de ciencia sobre el poder explicativo de las ciencias sociales y naturales. En el caso de la primera, como han indicado una multiplicidad de autores, el estudio de los mecanismos sociales busca resolver preocupaciones de distinta índole. Por un lado, surge como respuesta a la pregunta acerca de qué es y cómo proveer una “buena explicación” de los fenómenos sociales. Y por otro, busca entender la relación entre la investigación de relaciones causales y la construcción de teoría.

A pesar de que la noción de mecanismos sociales se invoca para cumplir distintos objetivos, el consenso de fondo a través de distintas disciplinas es que esta fortalecería el poder explicativo de las ciencias sociales en el contexto de un descontento con los métodos basados en la co-variación de variables (modelos de regresiones lineales, por ejemplo) y la idea de leyes a-históricas rigiendo el comportamiento humano. Estas limitaciones son de diversa índole. Para Mahoney (2001), por ejemplo, la principal limitación del análisis de correlaciones son la fragmentación del conocimiento que se genera con la inexistencia de un marco de referencia común; el supuesto de que existe causalidad cuando existen regularidades empíricas; y la limitación de establecer conexiones entre variables dependientes e independientes como un obstáculo básico a la búsqueda de explicaciones satisfactorias.

En esta línea, el objetivo principal de las explicaciones basadas en la noción de mecanismos sociales es ir más allá de la mera correlación de variables y “cerrar” la brecha entre explanans y explanandum; vale decir, entre aquello que se quiere explicar y los factores que explican el fenómeno. De esta manera, a modo general, los mecanismos sociales constituyen una estrategia analítica que busca iluminar los procesos intermedios que ocurren entre, por un lado, causas o factores explicativos (variables independientes), y por otro, los resultados a explicar (variables dependientes). Puesto en términos del sociólogo Jon Elster (1998), una estrategia explicativa en términos de mecanismos sociales busca abrir la “caja negra” del enfoque del modelamiento causal y reducir la “histéresis” entre causas y efectos al hacer explícito cómo es que resultan los fenómenos observados. En sociología, así como en ciencias políticas, el llamado a buscar los mecanismos sociales se ha constituido como una vía promisoria para lograr poder explicativo y status científico, y está en gran parte conectada con la agenda establecida por Robert Merton que coloca su foco en teorías de alcance medio. Esto quiere decir que los mecanismos sociales no constituyen teorías, sino más bien, en palabras de Mayntz, las “teorías de campos específicos pueden incluir proposiciones sobre mecanismos sociales, pero estas proposiciones no hacen ellas mismas una teoría coherente” (2004:253). La pregunta entonces es qué son específicamente los mecanismos sociales.

II. ¿Qué son los mecanismos sociales?

Como ha de esperarse, no existe una definición unívoca de los mecanismos sociales. Revisando la literatura existente, Mahoney (2001) enlista 24 definiciones y las organiza en tres grupos distintos, dentro de las cuales –según el autor– solo una logra superar los obstáculos del análisis de correlaciones. En el primer grupo, los mecanismos consisten en variables intervinientes que explican por qué existe una correlación entre variables dependientes e independientes, la cual es explicada apelando a otra correlación entre variables. La segunda trata los mecanismos como teorías o variables que pueden utilizarse para explicar un rango amplio de fenómenos. El último tipo de definición concibe los mecanismos como entidades no observadas que, al ser activadas, desencadenan efectos que son de interés para el investigador. Vistos como entidades no observadas, estos no se enfocarían en las probabilidades asociadas a determinados valores de las variables intervinientes, por lo que no entran en el análisis correlacional como un estado a ser medido. Para Mahoney, así como para efectos de este artículo, esta última definición –mecanismos como entidades no observadas– trascendería el análisis de correlaciones, demandaría una aproximación cualitativa a los fenómenos a ser explicados, y se erigiría como la principal manera en que el concepto de mecanismos sociales ha sido entendido y utilizado por cientistas sociales. Profundicemos en esta definición.

La clasificación de Leuridan (2012) nos ayuda a clarificar qué son los mecanismos en tanto constructos no observados que desencadenan efectos causales. Este autor distingue las definiciones de mecanismos sociales como mecanismos de sistemas complejos respecto de los mecanismos como mediadores. Mientras los primeros abarcan aquellas definiciones que enfatizan cómo los comportamientos de componentes de órdenes inferiores se organizan para derivar en fenómenos de niveles mayores, el segundo tipo de definición –similar a la compilada por Mahoney y más aceptada entre los investigadores– procede con una noción de mecanismos como procesos que intermedian causas y efectos. Finalmente, un tercer grupo de definiciones considera los mecanismos sociales como bloques de construcción teórica, puesto que estos pueden concebirse como constructos abstractos vaciados de contenido empírico, o constructos analíticos no observados.

Las definiciones propuestas por Leuridan, a diferencia de las de Mahoney, no son excluyentes, pues los mecanismos como mediadores bien pueden ayudar a comprender cómo componentes de órdenes inferiores se concatenan para derivar en fenómenos emergentes (sistemas complejos), o bien, en fenómenos que reflejan agregación de acciones individuales. Y estos mecanismos pueden ser constructos analíticos no observados o bloques de teorías sin contenido empírico. Como iremos viendo, la definición de mecanismos como mediadores es de orden más práctico, se apega más al uso que hacen los cientistas sociales, y permite clarificar en qué medida los mecanismos sociales se constituyen en componentes de sistemas complejos y contribuyen a la generación de teorías.

Desde esta perspectiva, la definición de mecanismos sociales como mediadores propuesta por Falleti y Lynch resulta esclarecedora y recoge elementos de las definiciones arriba expuestas: los mecanismos sociales son “conceptos portables que explican cómo y por qué, en un contexto dado, una causa hipotética contribuye a generar un resultado particular” (2009:1143). A lo que agregan que los mecanismos sociales contribuyen a realizar explicaciones causales en la medida en que estos se relacionan con contextos específicos, o sea, con aspectos relevantes de un “setting” en el cual el arreglo de condiciones iniciales deriva en un resultado delimitado (la aprobación de una ley, por ejemplo). En este mismo sentido, Elster propone una definición que abarca los aspectos antes expuestos al enfatizar el carácter de mediadores, constructos no observables y conceptos portables. Este define los mecanismos sociales como “patrones causales recurrentes y fácilmente reconocibles que son activados bajo condiciones generalmente desconocidas o con consecuencias indeterminadas” (Elster 1998:45). En su forma más elemental, dice Elster, los mecanismos sociales vinculan condiciones iniciales (I) con resultados (R), siendo los mecanismos (M) la secuencia de pasos o procesos que vinculan I con R. Las condiciones iniciales son por lo general factores detonantes o causas, mientras que los resultados son aquellos fenómenos que se quieren explicar. En este sentido, los mecanismos apuntan a hacer explícitos los procesos mediante los cuales determinados factores explicativos se asocian con la ocurrencia de ciertos fenómenos.

Una manera más pedagógica de aproximarnos a los mecanismos sociales, y de evitar engorrosas definiciones, es poniendo atención al lugar que estos ocupan en el proceso investigativo. Para Mayntz (2004), el punto de partida para investigar mecanismos sociales es una regularidad sospechada u observada en un campo de investigación particular, una correlación o un evento “desconcertante”. Un ejemplo de “regularidad sospechada” surgido de mi propia investigación empírica sería preguntarse por qué, a nivel comparativo, los hogares aumentan su endeudamiento en países que llevan a cabo reformas neoliberales (referencia provisionalmente omitida). Al explicar estas regularidades o correlaciones, hablamos de mecanismos sociales en la medida en que establecemos “proposiciones causales que explican resultados específicos por medio de la identificación de procesos generativos que los producen, dadas ciertas condiciones iniciales” (Mayntz 2004:253). Siguiendo el ejemplo anterior, los mecanismos sociales a identificar serían aquellos procesos intermedios concretos a través de los cuales la des-regulación de las tasas de interés, flexibilización laboral, recorte del gasto público y aumento de la desigualdad (explanans), afectan las prácticas financieras de los hogares y los conducen a adquirir deudas (explanandum). La idea es que estos efectos o resultados (endeudamiento en este caso) toman siempre lugar a través de secuencias temporales de procesos o eventos –mecanismos– que ocurren en niveles de agregación distintos (micro, meso o macro), tales como instituciones, organizaciones e interacciones cara a cara.

Este sentido de rastrear procesos que conecten causas X con efectos Y (“process tracing”) ha sido adoptado también por cientistas políticos y utilizado ampliamente en estudios de caso. La metodología de “process tracing” utiliza la noción de mecanismos en dos sentidos. Primero, tal como hemos observado, el punto de partida es un evento que ya ha ocurrido y que quiere ser explicado. En este caso se buscan los mecanismos sociales suficientes para explicar tal evento, y de ser posible, se pueden utilizar mecanismos ya identificados por otros investigadores y realizar así hipótesis competitivas sobre los mecanismos causales que generan el fenómeno. De manera alternativa, se utiliza “process tracing” para evaluar la existencia de mecanismos que explican una correlación robusta. En este caso se genera una serie de implicaciones hipotéticas observables que debieran servir de evidencia para sugerir la presencia de algún mecanismo social.

De este modo, en oposición al modo de inferencial de la correlación, los mecanismos sociales proveerían explicación a partir de un modo de inferencia caracterizado por “concatenación”. Esto quiere decir que los mecanismos se desenvuelven en el tiempo, aunque a escalas distintas tales como concatenaciones de acciones individuales de corto plazo, o procesos institucionales de largo plazo.

Un aspecto importante a considerar en este sentido es la diferencia entre mecanismos sociales y variables intervinientes en la explicación de un fenómeno. Como las definiciones propuestas por Mahoney ya adelantaban, algunos autores han concebido los mecanismos sociales como “variables intervinientes”. Es así como King, Keohane y Verba (1994), por mencionar autores influyentes, han tendido a concebir los mecanismos como cadenas de variables independientes, significando que los mecanismos serían “ingredientes” cuya presencia en distintos grados influyen en la ocurrencia de determinados fenómenos. Sin embargo, se ha reconocido con frecuencia que esta aproximación a los mecanismos sociales es limitada por cuanto los mecanismos no son atributos de las unidades de análisis, sino más bien conceptos relacionales que se encuentran “sobre” y “fuera” de la unidad de análisis en cuestión. Estos nos indican cómo ocurren los hechos estudiados, cómo se relacionan los actores, cómo cambian o perduran las instituciones, o cómo se difunden prácticas. En este contexto, adscribiendo a la definición de mecanismos como mediadores, algunos autores utilizan la metáfora de una “máquina” para definirlos y diferenciarlos de los mecanismos como “variables intervinientes”, aunque esto no implica en ningún modo que la causalidad opera con las cualidades una máquina. Más bien, sirve para ilustrar la idea de que cada parte hipotética de un mecanismo corresponde a un engranaje que transmite energía causal a otro engranaje, y así sucesivamente hasta que se obtiene un resultado. Así, cada una de estas partes se puede entender como una “entidad” (el engranaje) que ejecuta “actividades” (gira en una determinada dirección).

Un ejemplo de Rosato citado en Pedersen y Beach (2010:7) ilustra esta diferencia. Examinando la relación entre democracia y paz, el autor propone un set de dos variables intervinientes, “accountability” y “restricción de grupos”, las cuales explican cómo se vinculan democracia y paz. El argumento es que las élites pueden perder elecciones al tomar medidas poco populares (accountability), y si estas son especialmente sensibles respecto de demandas de grupos “anti-bélicos”, se generan restricciones concretas para la adopción de posturas pro-bélicas. En este caso el investigador que busca variables intervinientes examina si es que hay o no grupos liberales presentes y si el gobierno depende de su apoyo para mantenerse en el poder. Pero dicha aproximación no captura cómo es que el mecanismo produce “paz” (el resultado) a través de la transmisión de fuerzas causales, esto es, de actividades concretas tomadas por entidades (individuos, movimientos sociales, partidos políticos, etc.). En este caso, una aproximación desde los mecanismos sociales indicaría que grupos liberales (entidades) ejercen actividades de agitación social concretas, frente a las cuales el gobierno (otra entidad o engranaje) toma medidas conciliatorias que impiden las acciones bélicas.

Dada su generalidad, el concepto de mecanismos sociales resulta atractivo para distintas escuelas de pensamiento en las ciencias sociales. Y aunque en la práctica los mecanismos sociales tienden a ser reducidos al programa investigativo de la sociología analítica, en la medida en que son entendidos como constructos analíticos no-observados que subyacen a un rango amplio de fenómenos, autores situados en perspectivas disímiles como Charles Tilly, Renate Mayntz, John Elster o Peter Hedström, están de acuerdo en que el poder explicativo de los mecanismos sociales radica en su generalidad y en la robustez de las explicaciones basadas en procesos. Como indica Daniel Little (2014), los cientistas políticos los han utilizado para comprender los procesos institucionales que explican resultados legislativos; antropólogos económicos estudian cómo las transacciones son llevadas a cabo en distintos contextos; sociólogos organizacionales buscan realizar generalizaciones respecto del funcionamiento interno de organización o ecologías formadas por estas; y psicólogos sociales identifican cómo los individuos adquieren creencias normativas y las transmiten a otros individuos.

A estas alturas, sin embargo, nos preguntaremos qué significa que los mecanismos sociales sean abstractos. La respuesta más simple es que aquellos “procesos” o mecanismos identificados en la reconstrucción causal de un fenómeno pueden encontrarse en otros casos. Considerando esta cualidad, se dice entonces que los mecanismos sociales carecen de contenido empírico y son por tanto transportables. Así por ejemplo, a nivel de individuos encontramos procesos tales como la “profecía auto-cumplida” formulada por Merton y la teoría del “umbral” en la conducta colectiva de Granovetter, los cuales comparten el supuesto de que la orientación por objetivos de los individuos depende de la medida en que estos consideran valioso alcanzarlos, lo cual es a su vez determinado por el número de individuos que realizan dicha acción en un determinado momento. De este modo, en ambos fenómenos podemos reconocer un mismo proceso organizado, al que llamamos mecanismo social de formación de creencias.

Por eso, a pesar que los mecanismos sociales no necesariamente tienen contenido empírico, pueden utilizarse para derivar hipótesis empíricas. Por ejemplo, el “efecto spillover”, según el cual las prácticas llevadas a cabo por individuos en determinados espacios sociales tienden a ser reproducidas por estos en contextos distintos a los que se originaron, puede utilizarse para sugerir que la alienación en el trabajo produce alienación en el hogar, o que mayor participación en el trabajo puede producir mayor involucramiento en política. Del mismo modo, el “efecto ratchet”, según el cual un aumento en los estándares de vida de las personas se rutiniza y se torna difícil de modificar en vistas de una disminución de ingreso, permite hipotetizar que los shocks de ingresos conducen a las personas a endeudarse para mantener sus estilos de vida, en vez de ajustar sus presupuestos (dadas ciertas condiciones, tales como la existencia de una oferta de crédito).

En cualquier caso, es posible encontrar distintas posiciones respecto del nivel de generalidad de los mecanismos. Mientras algunos autores buscan mecanismos sustantivos que son aplicables bajo condiciones restringidas, otros buscan mecanismos formales que operan a través de distintos dominios. En general, el carácter más o menos contextual de los mecanismos radica en el hecho de que estos son generalmente concebidos como operando con otros mecanismos contextuales que sirven de “detonadores”. Por un lado, esto significa que los mecanismos pueden encontrarse jerárquicamente anidados unos dentro de otros, proveyendo una estrategia plausible para conectar niveles de análisis micro y macro. Un mecanismo que ocurre a nivel de instituciones puede desencadenar una serie de mecanismos a nivel organizacional o individual. Por otro lado, esto significa que los mecanismos sociales se concatenan en procesos complejos de manera tal que el vínculo entre causas y efectos está constituido por la interacción de distintos mecanismos. En palabras de Tilly: “Los mecanismos se componen de procesos: combinaciones y secuencias de mecanismos que producen un resultado especificado en una escala mayor que cualquier mecanismo por sí solo” (2010:56).

Elster ha desarrollado esta característica de los mecanismos sociales al indicar que usualmente estos operan en pares, proponiendo incluso una tipología de posibles relaciones entre los mecanismos sociales y cómo estos producen distintos resultados. Por eso, si bien las ciencias sociales no pueden aislar los efectos de interacción de los distintos mecanismos a partir de análisis experimental, sí es posible mostrar cómo los mecanismos operan en conjunción con otros factores y producen relaciones causales. De esta forma, los mecanismos sociales no solo pueden usarse para conectar causas con efectos en una relación entre variables dependientes e  independientes, sino también para explicar eventos específicos, tales como la ocurrencia de una “revolución” política.

En este sentido utilizan los mecanismos sociales McAdam, Tarrow y Tilly (2001), buscando los procesos recurrentes (mecanismos) de conflicto político (contention) en una multiplicidad de contextos, los cuales generan distintos resultados dependiendo de las condiciones iniciales, las combinaciones y secuencias en que ocurren. En este caso, el estudio histórico provee un inventario de mecanismos sociales tales como competición, difusión, represión y radicalización, los cuales pueden servir para explicar otros casos aún no estudiados. Esta forma de utilizar los mecanismos sociales es afín a la idea de utilizar “toolkits” o “cajas de herramientas” de patrones de comportamiento sociales en pos de desarrollar “teorías de alcance medio”. En este espíritu, sumado a los ejemplos anteriores, la tabla 1 presenta, entre otros, algunos de los mecanismos causales compilados por Falleti y Lynch.

Tabla 1. Ejemplos de mecanismos causales

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Nótese que estos mecanismos son tanto individuales como colectivos. En el caso de los primeros, es preciso tener en cuenta que si bien son individuos quienes llevan a cabo las acciones, están socialmente orientadas. De todos modos, a pesar de operar en distintos niveles (individuales, colectivos, sistémicos), esta breve compilación muestra que hay aspectos comunes a todos estos mecanismos. A modo de síntesis, Hedström and Swedberg (1998) han propuesto en su manifiesto programático cuatro principios básicos de los mecanismos sociales, de los cuales tres son ampliamente aceptados: a) estos proveen explicaciones precisas para un rango amplio de fenómenos, b) se referirían a procesos abstractos y c) reducirían la brecha entre “inputs” y “outputs”. La cuarta condición, más controvertida, es que los mecanismos sociales proveen explicaciones basadas en acciones individuales. Esta idea, fuertemente defendida por la sociología analítica, ha sido criticada por diversos autores que desde distintas posiciones ontológicas y tradiciones académicas, indican que no todos los fenómenos sociales son reducibles a acciones individuales, sino que muchos de estos son mediados por entidades “emergentes” o supra-individuales que ejercen poderes causales, tales como organizaciones, instituciones y estructuras sociales. Tal como podemos apreciar en la tabla 1, los mecanismos sociales bien pueden operar en estos distintos niveles, por lo que la crítica a la noción de mecanismos sociales tal como la han sostenido los individualistas metodológicos nos lleva a un punto crucial en la literatura: los distintos niveles ontológicos en la cual la relación entre causas y efectos debe ser entendida. Abordar de manera general esta pregunta es el segundo objetivo de este artículo, y resulta esencial para clarificar conceptualmente la estrategia analítica de los mecanismos sociales.

III. ¿Micro o macro? Problematizando la aproximación de los mecanismos sociales

La pregunta acerca del nivel ontológico en el que operan los mecanismos sociales se refiere a las entidades a las cuales se le atribuyen poderes causales en el mundo social. De forma más simple, la pregunta es si los mecanismos sociales operan a nivel de acciones individuales (micro) u otros agregados sociales (meso o macro) tales como organizaciones, instituciones, redes, etc. Sin embargo, a pesar de que aclarar esta pregunta resulta crucial para entender el alcance y aporte del concepto de mecanismo social, su respuesta en la literatura es ambivalente y conduce a confusión. Mientras algunos consideran que las explicaciones basadas en mecanismos sociales implican necesariamente la reducción de fenómenos sociales a acciones individuales, otros defienden la posición de que los mecanismos sociales pueden bien operar a niveles supra-individuales.

Este problema encuentra sus raíces en el hecho de que esta estrategia analítica –al contrario de lo pregonado por el individualismo metodológico– no se adscribe a ninguna ontología en particular. Como consecuencia de ello, la noción de mecanismos sociales es utilizada en una gran variedad de perspectivas y para explicar un rango amplio de fenómenos. Así, institucionalistas históricos han descansado en la noción de mecanismos sociales para estudiar comparativamente el cambio y continuidad en distintos tipos de arreglos institucionales capitalistas (Madariaga 2013). En sociología histórica y política, Charles Tilly ha desarrollado una explicación multi-causal de mecanismos sociales para explicar procesos de democratización en el largo plazo, reconociendo mecanismos que afectan la desigualdad, políticas públicas y redes de confianza (Tilly 2001). Desde una perspectiva más teórica, Gross (2009) desarrolló un marco analítico pragmatista para el análisis de mecanismos sociales a nivel micro que se diferencia de la perspectiva de la “acción racional” (este último ve los mecanismos como compuestos por agregados o cadenas de actores que confrontan problemas y movilizan respuestas más o menos habituadas). En términos de ámbitos de estudio, la aproximación de mecanismos sociales es también variada y se ha utilizado en análisis político; estratificación social; mercados financieros; sociología del consumo; cambio organizacional; la reducción de disonancia moral y expresiva y la creación de fronteras sociales (boundary making), entre otros.

Como puede notarse, la versatilidad y plasticidad de la noción de mecanismos sociales constituye una ventaja, por cuanto se puede utilizar para informar agendas de investigación distantes en términos de objetos de estudio y perspectiva. Pero también constituye una fuente de confusión cuando encontramos que la literatura de mecanismos sociales tiende a ser reducida al paradigma de la sociología analítica y el individualismo metodológico. La siguiente cita refleja bien esta posición: “En las ciencias sociales, la búsqueda de mecanismos (o fundamentos micro) está conectada con el programa del individualismo metodológico –la idea de que todos los fenómenos sociales pueden ser explicados en términos de los individuos y su conducta” (Elster 1998:47).

En sociología, esta idea encuentra parte de sus raíces en la noción más general de Coleman (1990) según la cual las explicaciones generales implican la interacción de varios mecanismos. El argumento básico indica que los macro-fenómenos afectan: a) el nivel individual (macro-micro o mecanismos situacionales), siendo mecanismos de este tipo los grupos de referencia, la formación de preferencias, la formación de creencias y las oportunidades; b) la asimilación de estos impactos al nivel micro (micro-micro o mecanismos de formación de acciones), los cuales implican mecanismos psicológicos (tales como los heurísticos utilizados en “economía conductual”; y luego c) los resultados macro de acciones intencionadas y no intencionadas, así como interacciones (micro-macro).

Sin embargo, como ya hemos indicado, el supuesto básico de Coleman y otros de que cada mecanismo debe tener un fundamento micro o a nivel de la acción, está lejos de ser aceptado. A este respecto, por ejemplo, la famosa explicación en términos individuales de “la ética protestante” de Weber llevada a cabo por Coleman mismo ha sido criticada por Jepperson y Meyer. Estos refutan la idea de que los procesos sociales deben ser descompuestos a nivel de acciones individuales para ser entendidos, mostrando que los procesos que engendraron el habitus capitalista a través del ascetismo intramundano y la doctrina de la predestinación pueden ser perfectamente descritos en distintos niveles, estableciendo influencias causales individuales, organizacionales e institucionales.

Discutiendo los trabajos de Coleman, Mayntz argumenta que la relación micro-macro representa mecanismos relacionales que enfatizan estructuras y no sólo acciones individuales. Para Mayntz, factores institucionales y estructurales también son parte de mecanismos micro-macro. A modo de ejemplo, arguye, la difusión de una innovación no sólo depende de la receptividad de los individuos, sino también de la estructura de redes sociales en una población, así como también el equilibrio de mercado depende de la existencia de una pluralidad de productores compitiendo y reglas institucionales como la prohibición de fijar precios. En este sentido, acciones individualmente motivadas son una condición necesaria pero no suficiente para la explicación de macro-fenómenos.

Tomando estas discusiones como punto de partida, la posición respecto del nivel al que operan los mecanismos sociales que quiero explorar a continuación sigue la epistemología propuesta por el filósofo de la ciencia Daniel Little, según la cual la reducción de los fenómenos sociales (por ende, de los mecanismos sociales) al nivel de acciones individuales deben ser analíticamente útil y no una prescripción de la teoría. En otras palabras, profundizaré la idea de que la necesidad de reduccionismo en ciencias sociales –la observación de mecanismos sociales a nivel de acciones individuales– depende más bien del estado particular de un campo de estudio. Para sostener esta posición con mayor claridad, quisiera exponer algunos criterios empíricos que sirven para evaluar cuándo una explicación basada en mecanismos sociales requiere ser reducida a sus fundamentos micro, es decir, a acciones individuales.

IV. Cuándo requiere una explicación basada en mecanismos sociales una fundamentación a nivel de las acciones individuales (micro)

La existencia de fenómenos “micro” y “macro” representa una de las distinciones fundamentales en las ciencias sociales, y en particular en la sociología. Independientemente de la posición ontológica a la que se adscribe, la distinción micro/macro apunta al hecho de que la realidad empírica puede dividirse en distintos niveles. Así, “lo social” puede concebirse como una realidad compuesta por “capas” de entidades de nivel más alto conteniendo otras de nivel más bajo, tales como organizaciones pobladas por individuos, mercados poblados por organizaciones, y una economía poblada por mercados. Esto quiere decir que lo que llamamos “macro” se refiere típicamente a fenómenos “supra individuales”.

Esto introduce una distinción importante ente dos dicotomías tradicionales, tales como individuo/sociedad y micro/macro. Mientras la primera establece el nivel micro categóricamente en el plano de los individuos, la segunda resalta una relación relativa entre el todo y las partes como una diferencia de escalas. Bajo esta concepción relativa de la relación micro-macro, el nivel micro puede referirse a individuos, empresas o familias, dependiendo del campo de aplicación y los intereses investigativos. Dependiendo del estatus ontológico que las teorías e intereses investigativos le asignen a estas entidades, los cientistas sociales buscaremos explicar fenómenos sociales a través de estrategias verticales (un macro fenómeno es explicado por entidades de nivel inferior o vice-versa), laterales (un macro o meso fenómeno es explicado por los poderes causales ejercidos por otras macro o meso entidades), o agregativas (un macro fenómeno refleja la agregación de fenómenos de nivel inferior), las cuales establecen relaciones causales entre ellas. La pregunta entonces es cuándo es necesario proveer los fundamentos micro de una explicación basada en la noción de mecanismos sociales. En otros términos, cuál estrategia –vertical, lateral o agregativa– es más apropiada para lograr la explicación satisfactoria de un fenómeno.

La idea que quiero defender a continuación es que para clarificar este punto no es necesario resolver los problemas de la filosofía de la ciencias y las antinomias tradicionales de la teoría social. De manera más práctica, sigo el enfoque propuesto por Daniel Little al problema de la relación micro-macro y la explicación basada en mecanismos sociales en ciencias sociales, según la cual no es posible establecer a priori las entidades relevantes y los mecanismos causales envueltos al momento de explicar un fenómeno social. Esta perspectiva acepta una ontología composicional según la cual los actores individuales componen estructuras sociales, pero al mismo tiempo establece la autonomía explicativa de distintos niveles ontológicos.

Esta aproximación no es nueva, y ha sido sostenida por distintos autores (Kaidesoja 2013, Ríos 2005, Ylikoski 2012). En este marco, el localismo metodológico de Daniel Little resulta especialmente atractivo para clarificar este punto, por cuanto dibuja una clara distinción entre fundamentos micro (“microfoundations”) y explicación. Vale decir, que explicar un fenómeno social no significa necesariamente descomponerlo a su nivel “micro” o individual. La idea básica es que ontológicamente hablando, los fenómenos sociales tienen un requerimiento de fundamentos a nivel de la acción de individuos,según el cual las afirmaciones causales “…deben ir acompañadas por un trazamiento de los mecanismos a nivel de individuos que sostienen los hechos causales y estructurales” (Little 2012:3). Dicho de otra forma, si los actores representan los fundamentos de todo proceso y estructura social, resulta plausible conectar constructos sociales hipotéticos con las acciones de individuos concretos. Sin embargo, esto no significa que cada explicación debe ser reducida a nivel de la acción para proveer una explicación satisfactoria, como argumenta el individualismo metodológico.

Esta perspectiva entonces establece que en la medida que los fenómenos meso o macro, o estructuras sociales, tienen propiedades razonablemente estables y ejercen poderes causales, es posible explicar fenómenos sociales sin necesidad de diseccionar sus fundamentos individuales. Este principio se llama autonomía explicativa, el cual se desprende de la “supervenience theory”, que establece que composición y explicación pueden separarse. Esta es una aproximación pragmática, por cuanto admite un grado de autonomía explicativa a nivel meso o macro, sin necesariamente afirmar la existencia de propiedades emergentes de fenómenos sociales. De esta manera, esta perspectiva evita los conflacionismos ascendente o descendente denunciados por Margaret Archer, sin tomar parte en la eterna –y a veces imposible de zanjar– discusión sobre el estatus ontológico de “lo social”. Esto resulta particularmente relevante para aquellos que conducen investigaciones empíricas, y que por lo tanto carecen del tiempo y recursos para resolver los problemas propios de la teoría social.

En términos prácticos, el localismo metodológico implica que los fenómenos meso o macro tienen un requerimiento de fundamentos a nivel de la acción según el cual deben tener fundamentos a un nivel inferior; sin embargo, en la medida en que estos niveles ejerzan poderes causales y manifiesten relaciones causales a nivel meso o macro, no es necesario explicitar dichos micro-fundamentos. Si seguimos esta idea, a pesar de que el reduccionismo de fenómenos sociales a concatenaciones de acciones individuales podría resultar una demanda legítima, una explicación satisfactoria en ciencias sociales no necesariamente requiere este paso. Esto porque la existencia de individuos es un hecho ontológico, pero no una prescripción de las explicaciones.

Por lo demás, la idea de autonomía explicativa no representa una ruptura con la práctica de las ciencias sociales. Para mostrar que estaya constituye un criterio práctico en las ciencias sociales, Little propone cuatro argumentos: i) la sociología tradicionalmente procede atribuyendo poderes causales a estructuras que operan en niveles diferentes, tales como redes, instituciones u organizaciones; ii) de este modo, la sociología es una ciencia comparable con las ciencias cognitivas, por cuando también depende de conexiones causales de entidades en distintos niveles; iii) en concordancia, a un nivel ontológico el reduccionismo sociológico no es siempre posible, en la medida que algunos fenómenos tengan un carácter emergente; y finalmente iv) las entidades en el mundo social podrían tener fundamentos micro generando resultados a niveles agregados o de orden superior, pero aún así es legítimo descansar en efectos que toman lugar a nivel supra individual sin hacer explícitos sus fundamentos a nivel individual.

En este sentido, la aproximación de Little al problema de la reducción y explicación en ciencias sociales se asemeja a la posición de Mayntz (2004) o Ríos (2005), según los cuales la pregunta acerca de si los niveles micro, meso o macro tienen autonomía explicativa al momento de explicar relaciones causales en el mundo social, es una pregunta empírica. El requerimiento de especificar los fundamentos micro de los mecanismos al nivel de la acción social, entonces, no está necesariamente conectado con las explicaciones basadas en mecanismos. Esto parece un argumento atractivo por cuanto ofrece parámetros concretos para evaluar la fortaleza o debilidades de explicaciones existentes en distintos campos de investigación.

Conclusión

En este artículo hemos sistematizado parte importante de la literatura sobre mecanismos sociales, buscando clarificar sus significados, modos de uso y utilidad en las ciencias sociales. Comenzamos por situar el lugar de los mecanismos sociales en la epistemología de las ciencias sociales, indicando que surge como fruto del descontento respecto del paradigma del análisis multivariado, y por tanto, como una herramienta orientada a cerrar la histéresis entre explanans y explanandum. De este modo, argumentamos que los mecanismos sociales serían una estrategia analítica que se dirige a proveer explicaciones causales en ciencias sociales. Siguiendo este razonamiento, definimos mecanismos sociales como procesos sociales no observables directamente que median causas con efectos, los cuales sirven tanto para explicar asociaciones empíricas, generar hipótesis de investigación e indicar las condiciones sociales bajo las cuales ocurren eventos concretos. En tanto intermediarios, los mecanismos sociales serían abstractos, vaciados de contenido empírico, y por tanto transportables entre distintos campos de investigación. Distinguimos así los mecanismos sociales de la noción de “variables intervinientes” y señalamos que estos alcanzan su poder explicativo al coordinarlos con otros mecanismos sociales. De esta manera, estos sirven como un repertorio de patrones de comportamiento a partir de los cuales se pueden problematizar fenómenos sociales y explorar explicaciones alternativas a fenómenos empíricos.

Finalmente, nos preguntamos por el nivel de entidades causales en los que operan los mecanismos sociales. Haciendo eco de la tendencia a reducir las explicaciones basadas en mecanismos sociales al paradigma del individualismo metodológico, seguimos a Little y argumentamos que las explicaciones en ciencias sociales no necesariamente requieren reducciones al nivel de acciones individuales. Esto se desprende del hecho de que a pesar de que ontológicamente hablando los fenómenos sociales requieren fundamentos micro, estos bien pueden tener autonomía explicativa a niveles supra-individuales. Bajo este punto de vista, los mecanismos sociales pueden utilizarse para desarrollar explicaciones horizontales (micro-micro o macro-macro) o verticales (macro-micro, micro-macro), dependiendo del estado del arte en campos de investigación específicos. En este sentido, los mecanismos sociales representarían una estrategia analítica y no una prescripción de reduccionismo.

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Recibido el 15 Sep 2015
Aceptado el 27 Dic 2015

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Cinta de Moebio
Revista de Epistemología de Ciencias Sociales
ISSN 0717-554X